Cuándo y cómo se introdujo la naranja dulce en España
Author
Zaragoza, SalvadorDate
2014Cita bibliográfica
Zaragoza, S. (2014). Cuándo y cómo se introdujo la naranja dulce en España. Levante Agrícola: Revista internacional de cítricos, (423), 204-209.Abstract
Diversos equipos de investigación,
trabajando fundamentalmente
con técnicas de marcadores moleculares,
llegaron a la conclusión de que
los naranjos proceden de una hibridación
natural entre el mandarino
(C. reticulata Blanco) y el pummelo
(C. grandis (L.) Osb.), dando lugar a
dos especies independientes: el naranjo
amargo (C. aurantium L.) en la
que el pummelo tendría más influencia,
y el naranjo dulce (C. sinensis L.)
en la que su predominio sería menor.
Este proceso, que fue evolucionando
con el tiempo, sucedió en una
época indeterminada, posiblemente
hace miles de años. El naranjo dulce
se le supone oriundo de una región
comprendida entre el noreste de la
India, sureste de China y norte de
Birmania (Myanmar), donde se han
encontrado plantas en estado salvaje.
(Swingle y Reece. 1967; Cooper.
1990).
La naranja dulce que es el fundamento
de la citricultura comercial
actual, se conoció en Europa unos
cuatro siglos más tarde que el naranjo
amargo. Aunque sin duda existía
en el sureste asiático desde tiempo
inmemorial, sorprende que los europeos
no la citaran, ni destacaran claramente
su presencia hasta principios
del siglo XVI, dada la diferencia
de sabor, aunque no de aspecto, con
la naranja amarga conocida hasta
entonces. Lo normal habría sido que
al probarla por vez primera, la mencionaran como algo excepcional y
diferente, acostumbrados como estaban
al poco agradable sabor de la
amarga, pero no sucedió así.
La época de su introducción, la
ruta que siguió desde Oriente, así
como los personajes que hicieron
posible el tránsito hasta su asentamiento
en el sureste europeo, son
enigmas que todavía no están totalmente
resueltos. Gallesio (1811) y
Tolkowsky (1938), estudiaron con
detenimiento estas cuestiones, y
posteriormente lo han hecho otros
investigadores.
Una situación que dificulta este
conocimiento es consecuencia de
que ya en tiempos pasados, la identificación
de los cítricos por sus nombres
era bastante imprecisa, pues
cada autor le asignaba el que consideraba
más conveniente, y además,
las descripciones, si las había, no
solían ser tan detalladas como para
reconocerlos con certeza.